viernes, 14 de enero de 2011

La religión: El opio del pueblo.

Comenzaré con un ligero chascarrillo que leí por la mañana: La humilde señora se dirigió al altar de la Virgen María y empezó a hacer sus peticiones. Un obrero que trabajaba en un andamio cerca del techo la vio y decidió hacerle una broma. Con su voz más grave le dijo:
-Buena Mujer. Te habla Jesucristo. Pídeme lo que quieres y te lo concederé rápidamente. . . . . . Sin el menor susto, la mujer volteó hacia arriba y dijo con tono severo:
-¡Cállate tú, que estoy hablando con tu madre!

El respeto ante todo no creen? Ja ja me causó mucha gracia.

No pretendo mediante estas líneas poner fin a tan ancestrales controversias religiosas, ni tampoco me inclino en el radical pensamiento de Karl Marx, título de esta publicación. Considero en lo personal, la necesidad interior de creer en algo superior que genera y ordena las cosas, para mi es Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo. Pero habrá quienes tengan una concepción distinta y sus creencias estén representadas en otras deidades, así como otros que de plano no crean en nada.

La importancia de las religiones es que de alguna forma regulan la conducta humana y brinda al fiel o creyente cierta temeridad de hacer algo incorrecto, desde mi punto de vista. El problema, creo yo, radica en las diversas interpretaciones y transformaciones que el ser humano tendiente a equivocarse, hace de las Sagradas Escrituras, entrando en ocasiones en una verdadera disputa, sobre cuál es la verdad absoluta de las cosas, como si alguien terrenal realmente tuviera esa respuesta. Luego si a eso le sumamos, el fanatismo, los llamados “falsos profetas”, que históricamente ha habido muchos, todas estas situaciones que vuelven muy compleja la relación espiritual.

La libertad de creencia religiosa, se fundamenta en el respeto y la tolerancia, mientras el hecho de creer en algo no rebase la esfera del otro, ni la del Estado, no habría razón porque confrontarse.

Así es que mi consejo sería hagamos el amor y definitivamente NO la guerra.

jueves, 13 de enero de 2011

AHORA RESULTA QUE NO ES GUERRA!

El día de ayer Miguel Treviño de Hoyos, director del Consejo Cívico e Institucional de Nuevo León, recriminó al Presidente Felipe Calderón, que “si considera la lucha contra el narcotráfico como una guerra, debería de asumir un liderazgo más firme con respecto de las autoridades estatales y municipales” (del país). A lo que de inmediato el Presidente saltó a la palestra para aclarar que él nunca ha hecho referencia a la guerra contra el narcotráfico, si no a la lucha.

Extraño, porque tiene toda la pinta de guerra y además el señor Presidente así lo ha manifestado aunque ahora lo niegue. Según la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) sobre percepción de inseguridad, los mexicanos tienen más miedo a la delincuencia ahora que hace un año. Por más que el gobierno federal se la pase dando discursos alentadores y cifras confortadoras, la percepción que se tiene es que la situación de inseguridad va de mal en peor. Lo que reclama Treviño de Hoyos a FECAL, es cierto, no se ve orden ni coordinación entre los niveles de gobierno, si a eso le sumamos el incremento de la ola delictiva de los llamados delitos menores, es decir el robo de vehículos, a casa habitación, extorsiones, robo con violencia, la población mexicana no podía tener diferente apreciación.

Ya basta de comunicados simples y optimistas, lo que queremos ver son resultados contundentes desde la persecución de los delitos hasta su debida administración de justicia y que los delincuentes que atentan contra la seguridad del Estado mexicano efectivamente permanezcan encerrados.

Lucha o guerra, RESULTADOS SEÑOR PRESIDENTE!