lunes, 23 de enero de 2012

¿EL FIN DE LA DIABLISIMA?

Foto tomada de Reporte Indigo.

La “diablísima”, así es como se le conoce coloquialmente al grupo  que encabeza Fernando Larrazábal, actual alcalde de la Ciudad de Monterrey, cuyos integrantes forman parte de la neo cúpula del Partido Acción Nacional, también conocido como grupo San Nicolás, puesto que es el municipio nicolaíta, su primer y principal campo de acción electoral.
Este grupo que poco a poco se fue apoderando del PAN, para tomarlo como rehén, con el fin de conquistar cuantas posiciones políticas deseaban, mañosamente dominaron el padrón de militantes panistas, inflándolo de miembros que casualmente estaban en  la nómina de las diferentes dependencias bajo el mando de este grupo, ¿con qué objetivo?, pues prácticamente garantizar el resultado favorable de los ungidos por la  “diablísima”, en los procesos de selección internos del otrora, partido fiel. De esta forma le fueron robando espacios a los panistas tradicionales y los fueron poco a poco, sometiendo a negociaciones leoninas en su favor, generando grandes sismos en el panismo local, entre los dos grupos antagónicos: el ala tradicional y la neo cúpula.
La corriente conservadora del PAN, de fuerte tradición histórica en el estado de Nuevo León, ya que la mayoría de sus integrantes forman parte también de la importante clase empresarial en la entidad, parece haber retomado el control del partido y la postulación de candidatos mediante la designación directa, esto según por fuertes presiones que llevaron hasta el Comité Ejecutivo Nacional, marginando así a los cuestionados integrantes del neo panismo, cuyo acabose llegó con los escándalos en torno al hermano incómodo del alcalde de Monterrey, respecto de la extorsión a dueños de casinos, el famoso “quesogate” que dejó en evidencia una supuesta red de corrupción al interior del municipio, eso y un sin número de anomalías que componía un gran descontento en el partido albiazul, además de un despestigio generalizado de la imagen del PAN en la entidad, que ha tenido en el municipio de Monterrey, el aparador de múltiples escándalos de corrupción, no sólo en esta administración si no desde la anterior, además de ser un municipio en el que la inseguridad se ha incrementado potencialmente, con una policía débil e infiltrada por el crimen organizado, y en contraste nulas acciones para su combate.  Pareciera que "la diablísima" pierde su poder y se queda sin espacios.
Esperemos, por el bien de Nuevo León, que así sea. Pero como dicen: en política nunca has visto todo. Así es que hasta no ver no creer.