Foto tomada de Reporte Indigo. |
La “diablísima”, así es como se le conoce
coloquialmente al grupo que encabeza
Fernando Larrazábal, actual alcalde de la Ciudad de Monterrey, cuyos
integrantes forman parte de la neo cúpula del Partido Acción Nacional, también
conocido como grupo San Nicolás, puesto que es el municipio nicolaíta, su primer
y principal campo de acción electoral.
Este grupo que poco a poco se fue apoderando del PAN,
para tomarlo como rehén, con el fin de conquistar cuantas posiciones políticas
deseaban, mañosamente dominaron el padrón de militantes panistas, inflándolo
de miembros que casualmente estaban en la nómina de las diferentes dependencias bajo
el mando de este grupo, ¿con qué objetivo?, pues prácticamente garantizar el
resultado favorable de los ungidos por la “diablísima”, en los procesos de selección
internos del otrora, partido fiel. De esta forma le fueron robando espacios a
los panistas tradicionales y los fueron poco a poco, sometiendo a negociaciones
leoninas en su favor, generando grandes sismos en el panismo local, entre los
dos grupos antagónicos: el ala tradicional y la neo cúpula.
La corriente conservadora del PAN, de fuerte tradición
histórica en el estado de Nuevo León, ya que la mayoría de sus integrantes
forman parte también de la importante clase empresarial en la entidad, parece
haber retomado el control del partido y la postulación de candidatos mediante
la designación directa, esto según por fuertes presiones que llevaron hasta el
Comité Ejecutivo Nacional, marginando así a los cuestionados integrantes del
neo panismo, cuyo acabose llegó con los escándalos en torno al hermano incómodo
del alcalde de Monterrey, respecto de la extorsión a dueños de casinos, el
famoso “quesogate” que dejó en evidencia una supuesta red de corrupción al
interior del municipio, eso y un sin número de anomalías que componía un gran
descontento en el partido albiazul, además de un despestigio generalizado de la imagen del PAN en la entidad, que ha tenido en el municipio de Monterrey, el aparador de múltiples escándalos de corrupción, no sólo en esta administración si no desde la anterior, además de ser un municipio en el que la inseguridad se ha incrementado potencialmente, con una policía débil e infiltrada por el crimen organizado, y en contraste nulas acciones para su combate. Pareciera que "la diablísima" pierde su poder y se queda sin espacios.
Esperemos, por el bien de Nuevo León, que así sea.
Pero como dicen: en política nunca has visto todo. Así es que hasta no ver no
creer.